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Esta dispositivo hace parte de la exhibición en el CES2015.

 

 

En su exhibición en el Consumer Electronics Show, en Las Vegas, la firma especializada en audio Sennheiser no sólo presenta sus últimos modelos de audífonos, sino que también les permitió a los visitantes una muestra del desarrollo más ambicioso que hicieron hace años: los Orpheus, considerados –por la marca, pero coinciden muchas críticas en línea– los mejores audífonos del planeta.

Se trata de un conjunto de audífonos con su propio preamplificador de tubos, tecnología muy antigua pero que permite la entrega de un sonido más cálido, claro y lleno de todos los matices de la fuente de audio original. Por eso, más que los materiales que componen la pieza que cubre los oídos (en una primera mirada, no ostentan lujo, incluso tiene partes plásticas), la sutileza y la distinción radica en el preamplificador.

En 1991 solo se fabricaron 300 ejemplares de esta pieza, con un valor unitario de 3.000 dólares, y hoy solo es posible conseguirlos a través de subastas por eBay que suelen superar los 16.000 dólares y alcanzar los 20.000. No se volvieron a hacer, aunque la marca los considera parte de la familia de la serie HD800, su más alta gama, que de por sí ya alcanza un valor de 1.500 dólares.

Por supuesto, no están diseñados para ser móviles, pero además porque sus niveles de impedancia no son compatibles con aparatos móviles: entre mayor impedancia, mayor definición del sonido, y la tecnología móvil –como un iPod, por ejemplo– suele estar por los 32 ohmios, mientras que estos audífonos son de 300 ohmios. Para ‘entregar’ todo eso a sus oídos, necesitan una potencia especial (que no hay que confundir con volumen alto, sino con definición), y esta se las proporciona el preamplificador.

En esta experiencia con los Sennheiser Orpheus a la que tuvo acceso EL TIEMPO, fue posible notar detalles que tal vez son un bocatto di cardinale para melómanos.

‘Breathe’, de Pink Floyd, es la canción que los expositores eligieron para que suene todo el tiempo en sus Orpheus. La calidad del sonido es clara; se siente tanto en la voz como en las guitarras los detalles más amplios de la grabación, se amplían vibraciones que usualmente no se distinguen en una oída convencional.

Sobre los oídos, la sensación es suave. Si bien, no cancela completamente el sonido exterior, cubre con potencia y amplitud.

Al acercar las manos a unos 10 centímetros del preamplificador de seis tubos se siente el calor de las partes de metal. Se nota el trabajo que hacen. Estas máquinas requieren de un precalentamiento para que los tubos logren la totalidad de su rango.

En cuanto a lo más técnico de sus referencias, si los HD800 entregan su sonido en frecuencias de 14 a 44.000 Hz (el oído humano normalmente reconoce la frecuencia de 20 a 20.000 Hz, y si usted tiene audífonos que digan que van de 18 a 20.000, está muy bien ‘montado’), los Orpheus pueden llegar a hasta 7 y 100.000, dependiendo de diferentes factores de potencia. Es tal el encanto de los Orpheus que, pese a su exclusividad, hay todo un culto y hasta un club de fanáticos en línea.

Fuente: El Tiempo

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