Imputaron de “homicidio culposo” a dos sonidistas por la muerte de Agustín Briolini
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A casi un año de la muerte de Agustín Briolini, el fiscal Ricardo Mazzuchi resolvió imputar de “homicidio culposo” a los sonidistas Federico Murúa y Pascual Escalante.

 

El músico falleció por una descarga eléctrica el 23 de noviembre de 2014, cuando realizaba las últimas pruebas de lo que sería la presentación del disco de la banda ‘Krebs’ en el teatro del Sol.

A casi, un año, el fiscal decidió esta semana imputar a los sonidistas y amigos de Agustín.

La noticia trascendió hace pocas horas a través de Ezequiel Britos, el manager del grupo, quién realizó un largo descargo en su perfil de Facebook, cuestionando el accionar de Mazzuchi y de los propietarios de la sala. Además, incluyó detalles que, a su juicio, no fueron tenidos en cuenta en la causa.

“(…) De todos estos detalles se desprende una sola verdad, más universal que las zapatillas, los disyuntores, los tableros generales, las habilitaciones, la política, el poder y los ingenieros químicos ciegos: Agustín Briolini está muerto.

Y nos quieren hacer creer que la culpa es nuestra.

En una semana complicada, en un país caldeado y en una ciudad que todavía no aprendió a mirarse el ombligo, repudiamos todo hecho ajeno a esta realidad. Esta es la realidad que vivimos, hoy, acá, en esta ciudad llena de luces, confiada, que cree conocer el país sin conocer sus propias miserias.

Necesitamos respuestas a las preguntas que nadie se hace, para entender lo qué paso, para reclamar justicia, para implorar que nunca más suceda.

Entonces ahora, con más fuerza que nunca les digo: los culpables son todos ellos, que con sus prácticas inconscientes llenas de impunidad, lo mataron el 23 de noviembre de 2014. Ahora lo siguen matando, nos siguen matando a todos.

Por vos Agu, para que la luz sea más fuerte que la oscuridad”, finalizó.

La palabra de Britos

“Periodismo objetivo, periodismo subjetivo, periodismo militante, periodismo militonto, periodismo pelotudo. Miles de manera de hacer un oficio. Visiones de una profesión más honesta y perjudicial que muchas otras.

El periodismo no adjetiva. El periodismo comunica, indaga, rehace, hace pensar, recorre caminos, explora submundos. El periodismo y sus máximas que no puedo respetar porque hoy me toca decir algo que me conmueve, me liquida por dentro, me hace mierda, nos sigue haciendo mierda. A la parcialidad me la llevé a marzo y todavía no saqué turno para rendirla.

Hace casi un año falleció Agustín Briolini, en la previa de la presentación de su disco, en el Teatro del Sol.

Hoy, el fiscal Ricardo Mazzuchi decidió imputar a los sonidistas Federico Murúa y Pascual Escalante.

Una vez más, como si el tiempo fuera circular (quizás lo sea), el poder, el dinero y su impunidad nos dejan al descubierto a nosotros, nos dejan tirados en la calle, expuestos.

Pero lo que no sospechan ellos, es que de este lado no vamos a dejar que lo vuelvan a matar al Agu. Porque la decisión del fiscal Mazzuchi de imputar a los amigos y sonidistas de Agu, es, o un chiste de mal gusto o una clara manifestación del poder puesto en las manos equivocadas. En cualquiera de los dos casos, hablamos de una carrera al borde del abismo. En cualquiera de los dos casos, los que sufrimos somos nosotros. ¿Por qué siempre nos toca a nosotros?

El fiscal Ricardo Mazzuchi, que dado los hechos recientes considero inoportuno seguir criticando sus absurdos métodos, decidió imputar a Federico y a Pascual bajo el supuesto delito de homicidio culposo, hecho del que si fueran acusados y encontrados culpables, podríamos estar hablando de un par de años en cana, sin contar los padecimientos psicológicos, gastos en honorarios de abogados y el sufrimiento de su familia y amigos.

No me queda otra más que decir que estaríamos en presencia de otra hijaputada más. Nada nuevo. Lo concreto es que ahora me toca bien de cerca. Me pega en el medio de la cara porque estuve ahí ese día y reconozco detalles que hacen al todo, a ese todo que el fiscal decidió ignorar, a ese todo que explica porque el Agu no está hoy acá con nosotros, tocando la semana que viene en algún bar.

En primera instancia es preciso decir que Agustín fallece, según la causa, “de un shock cardiogénico irreversible secundario a electrocución”. ¿Cómo sucedió? ¿Por qué son culpables los sonidistas? “Federico Julián Murúa y Jose Pascual Escalante violaron el deber objetivo de cuidado ya que para la conexión hecha al tablero general que alimentaron los equipos utilizados por Agustín Briolini utilizaron una prolongación que poseía los cables invertidos en la ficha hembra, marrón en fase y celeste en neutro y sin el correspondiente cable para la conexión a tierra. Esta prolongación a su vez estaba enchufada a una zapatilla con seis tomas corrientes en la que estaban conectadas la guitarra eléctrica y el micrófono utilizado por Agustín Briolini, la que tenía su llave térmica anulada con una cinta de aislar negro, lo que ocasionó un funcionamiento deficiente de la misma toda vez que la zapatilla en su interior poseía su cable neutro en contacto con la puesta a tierra, falla que tampoco acusó la llave térmica de la zapatilla por estar anulada. Que la conducta omisiva de los prevenidos posibilitó la electrificación del micrófono que estaba conectado a las terminales colocadas por ello, ya que la puesta a tierra de la zapatilla se electrificó motivado en el contacto de su neutro con la terminal a tierra, electrificándose producto de la inversión de los cables de la prolongación, ocasionando con esto que Agustín Briolini reciba una descarga al cerrar el circuito eléctrico cuando tomó el micrófono con su mano derecha al tiempo que con la otra mano tenía agarrada la guitarra eléctrica. Que con motivo de tal descarga eléctrica se produjo el deceso de Agustín Briolini”.

¿Caso cerrado? Caso cerrado las pelotas. Vamos por partes.

Federico y Pascual trabajaban en calidad de empleados de la productora Nivel II. En relación de dependencia o en negro, hecho menor a esta altura, pero concluyente respecto a su relación con los equipos que manipulaban. Utilizando el sentido común, existe la posibilidad de que más allá de tus conocimientos técnicos (Federico es Técnico Superior en Sonido) no conozcas los equipos que manipulas, por la sencilla razón de que no son tuyos. Federico y Pascual eran empleados de una productora de sonido. Los objetos que utilizaban no eran suyos. ¿Sabían que la zapatilla tenía el cable neutro en contacto con la puesta a tierra? ¿Sabían que el prolongador tenía las fases invertidas?

Respecto a su relación con el evento, Pascual iba a estar encargado de las luces esa noche. Digamos, no tenía ningún tipo de vínculo con la presentación en el sentido de que no debía conectar ningún equipo. Ese día, Pascual se encargó de llevar los equipos al teatro, de descargar y de ayudar a poner los equipos en su lugar. Como todo buen plomo, dio una mano cuando se lo necesitó. No tenía ningún tipo de responsabilidad. Nosotros no lo contratamos.

Federico sí tenía responsabilidad, ya que era el encargado de los equipos, de su colocación y funcionamiento. Hecho del cual podemos decir que, teniendo una concreta injerencia en el asunto, podría desprenderse una imputación semejante; ya que seamos honestos, era el encargado del sonido. Ahora bien, le podemos permitir que desconozca la calidad de los equipos que manipulaba, porque no eran suyos, no le correspondía su control.

Quitando esto, si la zapatilla o el prolongador tuvieron algo que ver en el asunto, me voy a referir a la página 31 de la causa dónde el perito judicial encargado de realizar las pericias declara: “La instalación del tablero no se encontraba con la puesta a tierra conectada. Se observó que el disyuntor es del tipo industrial, el cual posee una sensibilidad baja, por lo que debe utilizarse múltiples interruptores diferenciales más pequeños con mayor sensibilidad para de este modo proteger correctamente a los usuarios del circuito eléctrico”.

En base a esto, supongamos que Federico y Pascual sabían que los elementos que utilizaban eran precarios, que la zapatilla y el prolongador estaban en mal estado. Nada hubiese sucedido si el Teatro hubiese contado con más disyuntores y si el tablero general tuviese la puesta a tierra conectada como corresponde.

Es así de lógico, así de sencillo. La zapatilla y el prolongador fueron conectados a un tablero que no tenía la puesta a tierra conectada y que tenía un disyuntor de tipo industrial, de sensibilidad baja. No lo digo yo, lo dice la causa.

Entonces, ¿por qué nosotros y ellos no? El señor Pablo Cava, propietario del Teatro del Sol, en una declaración el día 24/11/2014 a un policía que se acercó a realizar pericias en el Teatro, manifestó que “la empresa Nivel II fue quien se encargó y responsabilizo de contratar el sonido, personal, y mantenimiento para la presentación de un CD”.

¿Mantenimiento? ¿Mantenimiento de que? ¿Nivel II encargada de mantener que? ¿Federico y Pascual, como representantes de Nivel II, encargados de mantener que? Bajo este argumento, pareciera ser que Federico y Pascual no solo eran encargados de llevar el sonido, sino que además tenían la responsabilidad de “mantener” el lugar, de fijarse que la puesta a tierra estuviese conectada, de controlar que hubiera más de un disyuntor. ¿Es esto una tomada de pelos?

O sea que de esa declaración se desprende que los sonidistas eran los encargados de que todo estuviera en orden. Es por eso que el fiscal Mazzuchi jamás considero oportuno llamar a declarar a ninguna autoridad real del Teatro, más que a la secretaria de la encargada. No quiero decir que el señor Pablo Cava haya sido realmente responsable por esas palabras. El incompetente en malinterpretar esas palabras es el fiscal Mazzuchi, que, basándose en esa supuesta responsabilidad, decide imputar a los sonidistas. ¿En serio nos quieren contar que los únicos responsables somos nosotros?

Por otro lado, el día 19 de mayo de 2015, la Fiscalía le pidió a la Municipalidad que le informe sobre la “habilitación respecto a la instalación eléctrica de la sala, fecha de habilitación y posteriores controles efectuados por el Municipio”.

La Municipalidad le remitió un oficio a la Fiscalía con fecha del 27 de mayo de 2015: “Se procede a informar que el Decreto Nº 540/DE/2011 que regula habilitación de SALAS DE TEATROS en su Art. 1º Inc. F solicita plano de instalación eléctrica suscripto por profesional responsable; el que fue aprobado con fecha 20/10/2006. Con fecha 28/12/2011 presenta informe de evaluación de riesgo del cuál se adjunta copia”.

O sea que entre la habilitación y posterior informe de riesgo pasaron cinco años, como si no pasara nada en cinco años. Lo más curioso de todo es que en esa misma evaluación de riesgo realizada en 2011 y firmada por un Ingeniero Químico, se manifiesta: “Se cuenta con llave de corte general de electricidad, disyuntores diferenciales y llaves termo-magnéticas, y la correspondiente puesta a tierra”.

“Disyuntores diferenciales” en plural, cuando las pericias detectaron que había uno solo. “La correspondiente puesta a tierra”, cuando las pericias determinaron que no estaba conectada. ¿Llamaron a un Ingeniero Químico ciego o sólo firmo los papeles como para que pareciera que estaba todo en orden?

Son detalles que hacen a un todo. De esta manera, ustedes pueden apreciar como siempre pagamos nosotros. Cada día me convenzo más de que el tiempo es circular. La rueda sigue girando, nos siguen matando y nada cambia.

Entonces, surgen preguntas, dudas. Hay inconsistencias en una causa visiblemente afectada por la mano dura del poder.

¿Por qué nosotros? ¿Por qué nosotros sí y ellos no? ¿Por qué la Fiscalía no llamó a declarar a ninguna responsabilidad del Teatro? ¿Por qué no llamaron a declarar a los músicos invitados o a mí como manager de la banda? ¿Por qué el fiscal imputa a los sonidistas cuando hay una evidente cadena de errores que desencadenan en la muerte de Agustín? ¿Por qué están imputados los sonidistas, siendo que trabajaban en relación de dependencia, con instrumentos ajenos, en un entorno que visiblemente estaba comprometido, con un solo disyuntor diferencial, sin puesta a tierra?

De todos estos detalles se desprende una sola verdad, más universal que las zapatillas, los disyuntores, los tableros generales, las habilitaciones, la política, el poder y los ingenieros químicos ciegos: Agustín Briolini está muerto.

Y nos quieren hacer creer que la culpa es nuestra.

En una semana complicada, en un país caldeado y en una ciudad que todavía no aprendió a mirarse el ombligo, repudiamos todo hecho ajeno a esta realidad. Esta es la realidad que vivimos, hoy, acá, en esta ciudad llena de luces, confiada, que cree conocer el país sin conocer sus propias miserias.

Necesitamos respuestas a las preguntas que nadie se hace, para entender lo qué paso, para reclamar justicia, para implorar que nunca más suceda.

Entonces ahora, con más fuerza que nunca les digo: los culpables son todos ellos, que con sus prácticas inconscientes llenas de impunidad, lo mataron el 23 de noviembre de 2014. Ahora lo siguen matando, nos siguen matando a todos.

Por vos Agu, para que la luz sea más fuerte que la oscuridad”.

Fuente: lajornadaweb

 

 

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